lunes, 3 de diciembre de 2012

Cómo tiene que ser un buen zapato

Hola a todos. Estamos aquí de nuevo. Hace tiempo que venimos dándole vueltas a una idea: si vendemos zapatos ¿por qué no hablar también de zapatos?

En nuestras próximas entradas iremos hablando de zapatos, de materiales, tendencias, tipos de zapatos y diseños, fabricación, mantenimiento y cuidado del calzado, etc.

El calzado ha ido evolucionando históricamente, pasando de ser un mero protector de los pies a convertirse en una parte fundamental de la moda con verdaderos adictos.
En Masaltos.com siempre hemos defendido que no es el pie el que debe acoplarse al zapato, sino al contrario, el zapato debe adaptarse al pie. Un buen zapato debe ser cómodo, sujetar bien al pie y protegerlo, variando el tipo de zapato y su morfología en función del uso que le vayamos a dar: ceremonia, casual, urbano, sport, caminar…
A la hora de elegir el zapato que queremos comprar es necesario que nos lo probemos y veamos lo confortable que es. Un calzado cómodo y confortable facilitará nuestro caminar y no nos cansaremos, pero un calzado inadecuado e incómodo no solo hará que nos cansemos antes, sino que también hará que suframos algún tipo de dolor y, si los materiales utilizados no son de calidad podemos llegar a sufrir lesiones cutáneas, rozaduras o generar algún tipo de deformidad.

Algunas de las características que debe tener un buen zapato son las siguientes:

Debe estar construido con buenos materiales. El pide debe poder transpirar, de lo contrario se acumulará sudor dentro del zapato, lo que puede favorecer la aparición de hongos. Debemos evitar los materiales plásticos.

El talón debe tener un buen contrafuerte que sujete el pie, y el empeine debe estar bien terminado, acoplándose al pie para que el zapato no quede suelto. Tampoco debe quedar demasiado apretado porque nos dolería el pie. Los dedos del pie deben poder moverse al andar por lo que lo recomendable es que el zapato quede como un “guante”.
Deben utilizarse pieles suaves y flexibles que permitan doblar el pie en su conjunción entre los dedos y el empeine. Esa flexibilidad, y un cuidado adecuado, es la que hará que al empeine del zapato no le salgan arrugas.
Las suelas también deben ser flexibles, independientemente del material del que estén hechas. Las suelas de goma absorben mejor los impactos al andar y amortiguan mejor, siendo muy recomendables para el invierno porque aíslan del frío. Las suelas de cuero transpiran mejor y mantienen la temperatura del pie, por lo que son idóneas para primavera y verano. Además, no deben ser demasiado finas, demasiado gruesas, ni demasiado pesadas.

En relación con los tacones prima más el gusto que la comodidad, sobre todo en el calzado femenino. Está demostrado que elevación prudente del tacón es beneficiosa para la salud porque hace que caminemos erguidos y corrige desviaciones de espalda. En concreto, lo ideal para la mujer es un tacón de unos 6 cm. Para el hombre lo recomendable son 7 cm, lo que se consigue gracias a la unión del tacón (4 cm) con la plantilla interior (3 cm).
Teniendo en cuenta esta información a la hora de comprar un zapato, sin duda, haremos una mejor elección para la salud de nuestros pies, aunque muchas veces lo simplifiquemos a una cuestión de gustos. Por eso ¿preferimos ir a la última moda olvidándonos de la salud de nuestros pies o hemos encontrado el zapato perfecto que nos gusta y es de calidad?

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