lunes, 9 de abril de 2012

Una Semana Santa pasada por agua: 2ª parte


Dejamos nuestra última entrada en este blog en el Martes Santo hablando de la lluvia, de la Semana Santa y de las pocas cofradías que salieron a la calle por el agua.

Después de un Domingo de Ramos a medio gas y un Lunes Santo completamente mojado llegó el Martes Santo.

Como decíamos, no dejó de llover en todo el día y la primera hermandad en decir que no realizaría estación de penitencia, después de una prórroga de una hora, fue El Cerro del Águila, siendo este su segundo año consecutivo sin salir. A ella le siguieron San Esteban, Los Estudiantes, Los Javieres y así hasta las ocho Hermandades que procesionan el Martes Santo, puesto que no paró de llover en todo el día.

El miedo y las ganas de Semana Santa se mezclaban por el aire sevillano pudiendo verse ambos en la gente que paseaba por la calle. Miedo porque no paraba de llover, y ganas, porque aunque llovía la ciudad estaba en la calle, pendiente del milagro. Ya era Miércoles Santo y muy pocas hermandades habían realizado estación de penitencia.

Pero ese Miércoles fue diferente. Dejó de llover y todas las Hermandades sacaron su patrimonio a las calles. La primera en salir fue La Sed. Con casi 1.700 nazarenos y un tiempo de paso aproximado de 70 minutos, a nadie le importó la espera porque parecía que, por fin, comenzaba la Semana Santa en Sevilla. Aunque un leve contratiempo obligó a la Hermandad a bajar un poco la Cruz del Misterio, puesto que se le había roto un pernito y la cruz se balanceaba demasiado.


Aún así, no se deslució La Sed y lo mejor fue que todas las Hermandades salieron el Miércoles Santo y el tiempo respetó. Impresionaba ver las caras de satisfacción de los costaleros, los niños pequeños pidiendo caramelos a los nazarenos, la ilusión de los cofrades viendo pasar a su Cristo y a su Virgen y el pellizco que uno siente cuando escucha una saeta bien cantá

Los aficionados a la Semana Santa se acostaron, al fin, contentos por el día transcurrido y con mucha ilusión por el Jueves Santo, ese que dicen que reluce más que el sol, pero el respiro temporal que dio la lluvia el miércoles desapareció y volvió a llover durante todo el día del jueves.

Así estuvo hasta las 11 de la noche, además de que los pronósticos no eran nada halagüeños. A 1 hora de comenzar La Madrugá existía un 80% de posibilidades de lluvia… pero se esfumaron. A las 12 de la noche, puntual como un reloj, la Hermandad de la Macarena inauguraba La Madrugá.


A La Macarena tuvimos la suerte de verla a las 8 de la mañana pasando la calle Feria, por delante nuestra, por delante de Masaltos.com.

La Madrugá nos hizo sentir la Semana Santa de nuevo porque prácticamente era el segundo día completo de Semana Santa.

La Esperanza de Triana, El Gran Poder, El Silencio, El Calvario y Los Gitanos hicieron que a las personas no les pesasen las horas de pie, los largos paseos para buscar el mejor sitio en el que ver las cofradías, las bullas de la Semana Santa, las largas colas en los bares para pedir un bocadillo y, lo más importante, el frío. Durante La Madrugá los termómetros marcaron 3 grados, en plena primavera.

¿A quién le importaba el frío y todo lo demás si podía disfrutar de la Semana Santa en todo su esplendor?

Sí, en todo su esplendor. Se anunciaba lluvia a las 12 de la mañana, hora en la que muchas de las cofradías todavía no se han recogido. De hecho, las que se recogían más tarde modificaron en recorrido para evitar la caída de agua. Así, por ejemplo, la Esperanza de Triana recortó su recorrido en 3 horas. Con la Macarena ocurrió lo mismo.

Digo en todo su esplendor porque lo que había que ver se vio, independientemente del recorte de los recorridos. La pregunta estaba en la calle ¿son necesarias tantas horas de procesión? Como en todo, hay quien dice que sí y hay quien dice que no. Nosotros decimos que lo importante era La Madrugá y todo lo demás vale para rellenar periódicos.

El Viernes Santo, el día que se rememora la muerte de Jesucristo, no iba a ser diferente. Agua, agua, agua y más agua. Y mucho frío. Pero hubo una ligera tregua debido a que, aunque no dejó de llover, lo que había era una lluvia muy fina y ligera, lo que aquí llamamos chirimiri, que permitió que algunas hermandades realizaran la estación de penitencia.

Hay dos que parecen tener mala suerte siempre: La Carretería y El Cachorro, que no salieron.

Las demás sí. La Sagrada Mortaja, con su sensacional cortejo y su único paso; La O estrenando dorado en el paso de Cristo; San Buenaventura, cuyo Cristo no realiza estación de penitencia a la Catedral de Sevilla; San Isidoro, con el manto restaurado de su Virgen; y Montserrat, que sí llegó a estar amenazada por la lluvia.


Sólo al final de la semana respetó el tiempo y pudimos tener un Sábado Santo maravilloso y un Domingo de Resurrección primaveral, rayando los 28 grados y con un sol espectacular. De hecho, las 6 procesiones que realizan estación de penitencia entre esos dos días la hicieron sin ningún problema.

El apunte lo dejó el Domingo de Resurrección la vuelta de San Gonzalo desde la iglesia de la Magdalena. Otro de los sucesos que ha hecho correr ríos de tinta.

En resumen, cuando no llueve en todo el año llueve en Semana Santa, y cuando llueve en Semana Santa hay quien prefiere sacar punta a sus lápices, pero no para escribir, sino para pinchar.

Esperemos que el año que viene tengamos más suerte, no llueva, y todos disfrutemos de la fiesta de la Semana Santa.

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